Menahem Golan ha muerto a los 85 años de edad en Israel, su país de origen y en el que residía desde 1992, cuando decidió regresar tras los fracasos de sus últimas producciones en EEUU. Golan fue director y guionista, pero se le conoce más por su faceta como productor; sobre todo, cuando entre 1979 y 1990 dirigió junto a su primo, Yoram Globus, la célebre Cannon Films.
Golan comenzó su carrera en los años 50, produciendo varios montajes teatrales y trabajando como asistente del mismísimo Roger Corman, antes de debutar como director y guionista con El Dorado (1963). A partir de ahí comenzó una exitosa carrera en Israel que se consagraría cuando produjo Polo de Limón (Boaz Davidson, 1978), una exitosa comedia sexual adolescente que dio comienzo a una larga saga y que inspiró películas como Porky's (Bob Clark, 1982).
Estos éxitos le abrieron las puertas de Hollywood y él y su primo se trasladaron a EEUU en 1979 comprando la Cannon y, aunque comenzaron produciendo películas de género musical, pronto se embarcaron en producir películas de acción de serie B con títulos como Yo soy la Justicia (1981) o El Justiciero de la Ciudad (1985), secuelas del clásico El Justiciero de la Ciudad (1974) -todas dirigidas por Michael Winner -, Desaparecido en Combate (Joseph Zito, 1984), El Guerrero Americano (Sam Firstenberg, 1985), Invasión USA (Joseph Zito, 1985), Cobra, el brazo fuerte de la Ley (George Pan Cosmatos, 1986) y demás films que encumbraron un subgénero muy popular en la década de los 80: el actioner. El propio Golan dirigió uno de los títulos más famosos de este subgénero: Delta Force (1986).
El fracaso de esta película y de otras producciones ambiciosas, como Masters del Universo (Gary Goddard, 1987) o Yo, el Halcón (1987) -dirigida por él mismo -marcaron el declive de la compañía, que fue absorbida por Pathé -dueña también por entonces de MGM -en 1989. Un año después, Golan se marchó y fundó su propia compañía, 21st Century -que, en realidad, era una compañía teatral reconvertida en una productora cinematográfica -. Con ella produjo películas como una nueva versión de El Fantasma de la Ópera (Dwight H. Little, 1989), el ramake de La Noche de los Muertos Vivientes (Tom Savini, 1990), la desastrosa adaptación de Capitán América (Albert Pyun, 1990) e intentó seguir adelante con la adaptación de Spiderman que estuvo desarrollando con Cannon. Sin embargo, estuvo muy lejos de recuperar el éxito de antaño.
En 1992 regresó a Israel tras los fracasos de sus últimas producciones -como ya he dicho al principio -y ha seguido producciendo y dirigiendo películas, como una adaptación de Crimen y Castigo en 2002, hasta hace unos años. Con su muerte, se nos ha ido un nombre propio del séptimo arte que, independientemente de la calidad de muchas de sus películas, hizo una gran aportación al mundo del cine y ha dejado un gran legado. Sin duda, hemos sufrido una gran pérdida.
DESCANSE EN PAZ
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